COMO ES SER VERDADERAMENTE ESPIRITUAL?
3).- La experiencia directa
responde a todas las dudas inherentes a la fe. Se trata de un estadio
caracterizado par la presencia de dos fases diferentes: Las «experiencias cumbre» y las «experiencias meseta».
Las experiencias cumbre suelen ser intensas, breves, espontáneas y sumamente
transformadoras. Las verdaderas «experiencias
cumbre» nos permiten vislumbrar nuestros potenciales transpersonales y
supramentales más elevados.
Existen varios tipos de «experiencias cumbre», entre las cuales cabe destacar las «experiencias cumbre» del nivel psíquico, propias del
misticismo natural (el tipo de unidad característico del nivel ordinario), las
«experiencias cumbre» del nivel sutil,
propias del misticismo teísta (el tipo de unidad característico del nivel
sutil), las «experiencias cumbre» del
nivel causal, que nos permiten atisbar la Vacuidad (la unidad propia del nivel
causal) y las «experiencias cumbre» no
duales, que nos abren las puertas a Un Solo Sabor.
Resulta evidente, como
Roger Walsh ha señalado, que cuanto más elevado es el nivel de la experiencia,
más infrecuente es. (Éste es el motivo por el cual la mayor parte de
experiencias de “consciencia cósmica” son
las propias del misticismo natural (o unidad del nivel ordinario), el más bajo
de los dominios místicos.
Desafortunadamente, sin embargo, son muchas las
personas que consideran equivocadamente que este nivel es Un Solo Sabor, una
confusión que adquiere visos de epidemia entre los teóricos).
La mayor parte de las
personas se hallan, comprensiblemente, en el estadio de la creencia o de la fe
(y, ocasionalmente en el de la magia o del mito). De tanto en tanto, sin
embargo, algunos individuos pueden tener una «experiencia cumbre» de un dominio realmente transpersonal que les
sacuda muy profundamente (a menudo para mejor, aunque también hay decir que, en
ocasiones, para peor). En cualquiera de los casos, sin embargo, ya no se trata
de creencias que hayan leído en un libro o de meras habladurías traslativas,
sino de una experiencia real de un dominio superior después de la cual el
individuo ya no vuelve nunca a ser el mismo.
(Digamos, a modo de corta
disgresión, que las consecuencias de este tipo de experiencia no siempre son
positivas. Porque puede darse perfectamente el caso de que una persona que se
halle en el nivel mítico literal-concreto, por ejemplo, tenga una “experiencia cumbre” del nivel sutil que reactive sus mitos
concretos y provoque la aparición de un fundamentalismo según el cual su dios
mítico particular es el único que puede salvar al mundo, no dudando entonces en
sacrificar los cuerpos de quienes se le opongan en aras de la supuesta
salvación de su alma.
También puede ocurrir, por ejemplo, que alguien que se
halle en el nivel visión-lógico, tenga una “experiencia
cumbre» del nivel psíquico, en cuyo caso su nuevo “eco-paradigma» se
convierte en el único que puede salvar al planeta y tampoco dudará en imponer
una suerte de ecofascismo para salvarle.
Este tipo de fanatismo religioso (que
constituye una confusa mezcolanza de verdades superiores con ilusiones
inferiores) resulta casi imposible de desarticular.
Es cierto que las «experiencias cumbre» nos permiten
acceder provisionalmente a verdades superiores, pero también lo es que esa
brevedad puede ir seguida de un retroceso a un nivel inferior y acabar
sirviendo de justificación para las más espantosas creencias)
Pero si bien las «experiencias
cumbre» son de poca duración - desde unos pocos minutos hasta unas pocas
horas -, las “experiencias meseta”,
por su parte, son más estables y duraderas y tienden a la adaptación
permanente. Las «experiencias cumbre»
suelen presentarse de manera espontánea pero, para convertir una “experiencia cumbre” en una “experiencia meseta” - para transformar
un breve estado alterado en un rasgo
duradero -, se requiere una práctica prolongada.
Casi todo el mundo, en
algún momento de su vida, puede tener una breve “experiencia cumbre” y sé incluso de algunos casos en los que, sin
necesidad de práctica sostenida, ha terminado convirtiéndose en una “experiencia meseta”.
Así pues, la
creencia y la fe constituyen las modalidades de orientación espiritual
prevalente, mientras que las «experiencias
cumbre», por su parte (raras pero auténticas experiencias espirituales),
sólo suelen darse en quienes están comprometidos con una práctica espiritual
sostenida, intensa, prolongada y profunda.
Al igual que decíamos con
respecto a las «experiencias cumbre»,
las «experiencias meseta» pueden
darse en los dominios psíquico, sutil, causal y no dual. Veamos un ejemplo,
tomado del zen, que abarca estos cuatro dominios. Es frecuente que quienes
emprendan la práctica de la meditación zen comiencen contando respiraciones, de
uno a diez y vuelta a empezar. Cuando el sujeto puede hacer eso durante media
hora sin perder la cuenta, suele recibir un koan
como el de Mu, por ejemplo (que,
por cierto, fue mi primer koan). Así,
en los próximos tres o cuatro años, el sujeto se enfrasca durante varias horas al
día en esta práctica, concentrándose de continuo en el sonido Mu, al tiempo que se pregunta: ¿cuál es
el significado de Mu? o ¿quién está
concentrándose en Mu? Durante ese
estadio, el sujeto suele asistir a sesshnis
(practica de meditación zen) de siete días de práctica muy intensa, en donde
practica durante el día y la noche.
La primera experiencia
meseta importante tiene lugar cuando el sujeto puede mantenerse de manera literalmente
ininterrumpida en Mu durante la mayor
parte de las horas de vigilia, en cuyo caso Mu
pasa a convertirse en parte de su conciencia, hasta el punto de que bien
podría decirse que uno se torna en Mu,
o dicho en otras palabras, que el Testigo se mantiene de manera constante
durante el estado de vigilia ordinaria. Entonces es cuando se le dice que, para
penetrar realmente en Mu, debe
trabajar también en ese koan durante
el estado de sueño.
(Cuando escuché esto por vez
primera creí que se trataba de un chiste, de ese tipo de bromas tan
característicos de los ritos cuarteleros de iniciación machista, del tipo: “¡quien
quiera formar parte del primer batallón de infantería deberá comerse tres
serpientes vivas!”. Yo creía que estaban tratando de asustarme, cuando lo
cierto es que simplemente estaban tratando de ayudarme.) Tras otros dos o tres
años más de práctica, el sujeto logra mantener una concentración sutil en Mu durante el estado de sueño, de modo
que la conciencia testigo permanece también de manera constante durante el
estado del sueño sutil.
El estado de sueño es sólo
uno de los muchos tipos de fenómenos propios del reino sutil; el típico estado
sutil es el savilkalpa samadhi, “la absorción no dual en la forma” que
nos permite permanecer abiertos al dominio sutil mientras despertamos. Según se
dice, el estado de sueño es una subclase del nivel sutil en el que no hay
fenómenos materiales ordinarios (sólo imágenes y formas).
Es por ello que el
hecho de entrar conscientemente en el sueño se ha comparado siempre al savikalpa samadhi, ya que ambos
evidencia la presencia simultánea de ondas alfa (despertar) y de ondas beta
(sueño). Además, el efecto de la evolución de la conciencia es semejante en
ambos casos ya que, en cierto modo, uno objetiva el nivel sutil (viéndolo
conscientemente como un objeto mientras despierta) y luego pierde su poder, lo
trasciende y comienza a adentrarse en el dominio causal.
El nirvikalpa samadhi es el estado típico
de la consciencia causal, la cesación pura, sin forma y sin manifestación (un
tipo de vacuidad) que nos permite adentrarnos en el dominio causal mientras
estamos despiertos (nirvikalpa madura
en jnana samadhi, la ausencia de
forma radicalmente pura y, en algunas tradiciones, en nirodh, la extinción de todo tipo de objetos).
Del mismo modo que
el savikalpa y sueño diáfano son análogos, el hecho de mantener la consciencia
durante el estado de sueño profundo sin sueños y el nirvikalpa son también análogos, porque tanto en uno como en otro,
alfa (vigilia) y delta (lo sin forma) se hallan simultáneamente presentes, de
modo que uno puede llevar la conciencia hasta el reino de lo sin forma y
abrirse a los no dual. De este modo se trasciende lo causal y el nirvikalpa/jnana (gnosis) da lugar al sahaja, la omnipresencia espontánea de
Un Solo Sabor.
Pero este proceso no debe
pasar necesariamente por el sueño diáfano ni por el sueño diáfano con sueños,
ya que el savikalpa samadhi y el nirvikalpa samadhi pueden ser alcanzados
durante el estado de vigilia. Cuando el practicante logra una cierta
competencia en el savikalpa, suele
presentarse el sueño diáfano, precisamente porque ambos son análogos. Del mismo
modo, el dominio del nirvikalpa suele
verse acompañado del sueño diáfano y lo mismo suele ocurrir en sentido
contrario, es decir, que el hecho de seguir meditando durante el estado de
sueño y de sueño profundo constituye una forma muy eficaz de entrar en savikalpa y en nirvikalpa y también favorece la apertura a sahaja. No olvidemos que siempre se ha dicho que el yoga del sueño es uno de los métodos más
eficaces para alcanzar una experiencia
meseta en los dominios sutil y causal que abre la puerta a la adaptación
estable (y por tanto a la trascendencia) de esos dominios.
A estas alturas, y en la
medida en que el discípulo se aproxima al dominio causal no manifiesto (el
nivel de la absorción pura), va acercándose también a esa explosión conocida
con el nombre de satori, el
descubrimiento del hielo congelado de la absorción causal pura en la Gran
Liberación de Un Solo Sabor, una experiencia que también comienza como una “experiencia cumbre” que, con la
práctica, acaba convirtiéndose en una “experiencia
meseta” y finalmente en “una
adaptación permanente”.
Los tres o cuatro estadios
diferentes de adaptación que conducen desde el nivel causal/nirvikalpa/nirvana hasta Un Solo Sabor son conocidos con
el nombre de estadios postnirvánicos. Existen muchas versiones de estos
estadios, pero todas ellas giran en torno a la conciencia constante o el acceso
ininterrumpido a la conciencia testigo en los tres estados (primero en forma de experiencia meseta y luego como adaptación
estable) que culminan en la desaparición del testigo en Un Solo Sabor no dual
(primero en forma de experiencia cumbre, después como experiencia meseta y
finalmente como adaptación estable.)
Una vez que se ha
consolidado de manera estable la adaptación a Un Solo Sabor, se despliegan los estadios postiluminados. Según se
dice, estos estadios concluyen en bhava
samadhi, la traslación corporal completa de lo humano a lo divino o, en
otras palabras, “la extinción completa de
todas las cosas en el dharmadtu” o, dicho de otro modo, el logro de un
cuerpo de luz permanente.
(Ver “El Ojo
del Espíritu” para una discusión más detallada sobre los estadios
evolutivos postnirvánicos y postiluminados.)
Los estadios postnirvánicos (la esencia del Mahayana y del Vajrayana, que no solo abrazan lo sin forma (el nirvana) sino que lo integran con el
mundo de la forma (el samsara)
siempre ha tenido mucho sentido para mí y, basándome en mi propia experiencia,
puedo certificar la realidad de la experiencia ininterrumpida de la conciencia
constante y de Un Solo Sabor durante veinticuatro o incluso treinta y seis
horas (y hasta, en una sola ocasión, durante once días y once noches).
En
ninguno de estos casos se trató de una adaptación permanente, pero conozco a
varios maestros que, en mi opinión, están ahí y la literatura al respecto está
llena de ejemplos a este respecto. Y si digo que los estadios postnirvánicos tienen sentido para mi es porque son,
después de todo, simples estadios de adaptación de la no dualidad (los estadios
de integración entre el nirvana y el samsara, entre el Espíritu y sus
manifestaciones, entre la Vacuidad y la Forma.) Además, los resultados de las
investigaciones electroencefalográficas realizadas en este sentido por
Alexander y otros parecen corroborar su existencia.
Pero no puedo decir lo mismo
de los estados postiluminados, que ni
tienen mucho sentido, ni tampoco he conocido a nadie que plausiblemente se
hallara en ellos. Se trata de estadios cuya descripción suele evocar vestigios
de la visión mágica del mundo, porque se refieren a cuestiones tales como la
transformación del cuerpo en luz, la capacidad de realizar milagros, etc.,
ninguno de los cuales dispone de evidencia creíble y reproducible.
La “extinción completa de todas las cosas en
dharmadatu”, por su parte, me parece indistinguible de jnana o nirodh o, dicho
de otro modo, una regresión de Un Solo Sabor, no un desarrollo hacia él.
Y
entiéndase que con ello no estoy afirmando su inexistencia, sino tan solo que,
comparados con los estadios de los que habla tradición (hasta llegar a los postnirvánicos que anteriormente he
bosquejado), existen muchos menos datos sobre los estadios postiluminados, quizás porque son muy raros o tal vez
porque realmente no existan.