EL NIÑO INTERIOR Y EL CLOWN
El CLOWN, el personaje autentico, capaz de vivir en el inmediato presente, espontaneo, hilarante, que usa el humor como medio de expresión, que es capaz de burlarse de si mismo, es nuestro invitado por estos dias a DESARROLLO Y CONCIENCIA.
Con el clown retornamos por nuestra voluntad y a riesgo, a la conciencia de niño, al NIÑO INTERIOR, ese estado de espontaneidad, ingenuidad, expresión autentica de emociones y sentimientos.
El NIÑO INTERIOR, ése ser que pocas veces escuchamos y que tiene mucho que decirnos sobre lo que hoy somos, por que cuando eramos una esfera de energia vibrante, en la niñez, que fue bloqueada nuestra vitalidad, nuestras expresiones auténticas, placenteras, hasta convertirnos en solo un slide de energia.
Mostrar sus defectos fisicos, sus emociones, jugar, estar presente, reirse de si mismo y de los demas es la base para reconectar con ese niño interior fuente de creatividad, energia, fantasia, placer y amor.
El clown: Piensa
simple. Actúa con el
corazón y no con la cabeza. A contra lógica. En realidad no piensa, ¡HACE! ¡ES!.
Reconoce sus
fracasos. Y los usa creativamente en su expresión ante el publico.
Aprovecha
sus éxitos.
Es vulnerable
Toma placer
en todo lo que hace
Si él no lo
disfruta, nadie lo hará. No puede comunicar placer a menos que lo sienta. El
clown juega a tope, pues no tiene nada que perder, y por lo tanto es...
¡¡¡LIBRE!!! Ese es el placer con el cual el público conecta.
Quiere ser amado.
Empuja las
cosas al extremo. Cualquier
cosa puede empujarse hasta extremos inverosímiles.
Sale al
escenario con energía de ganador incluso si su personaje es un perdedor (en tal
caso saldrá con la energía del mas gran perdedor de la historia).
En general tiene
un tempo más lento que el de una persona normal.
El
ser clown no se aprende, está dentro de cada uno de nosotros, es tan solo
cuestión de dejarlo salir, de desaprender lo aprendido, de desprendernos de las
murallas que hemos edificado para protegernos, de derrumbar las máscaras que
nos hemos ido poniendo con los años, dejar aflorar al niño que todos llevamos
dentro y abrir la puerta a la locura interna.